La casa, minimalista, como un espacio donde la simplicidad fuera el centro de la vida familiar. Los tonos neutros de las paredes, en blanco y gris suave, reflejan la luz natural que entra a través de los amplios ventanales, inundando el espacio de una luminosidad serena. No hay distracciones, solo líneas limpias y superficies lisas que invitan a la calma.
El salón, con su mobiliario escaso pero cuidadosamente elegido, ofrece un ambiente acogedor y funcional. El sofá, de una textura suave y sencilla, invita a sentarse y sentir la quietud del espacio, mientras el suelo de concreto pulido bajo los pies tiene un toque fresco, casi sedante. El silencio es profundo.
El núcleo de la vida familiar, un espacio amplio donde se mezclan aromas y conversaciones. Con superficies lisas y modernas en tonos tranquilos y con un gran ventanal, marcan la luz del sol, mientras los electrodomésticos están integrados de forma sutil para mantener la armonía visual. La isla central es un lugar de encuentro, ideal para que la familia se reúna en las horas de comida.